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martes, 26 de julio de 2016

"Apolo y Dafne" de Lorenzo Bernini (1625)


Durante una competencia de arco y flecha, Apolo (entre otras cosas Dios del tiro al blanco) se burló del pobre desempeño de Cupido en el arte de la puntería (gran alegoría al amor). Enfadado, el niño alado, le lanzó una flecha de oro, que tenía como consecuencia, un fugaz enamoramiento con la primera mujer que se cruce en su camino. Aquella mujer fue la ninfa Dafne, a quien de inmediato, Cupido le lanzó una flecha de plomo, que tiene como consecuencia, sentir el mayor rechazo hacia el primer candidato que se le acerque. En pocos minutos, Cupido había logrado vengarse de Apolo otorgándole un amor no correspondido.
Apolo, muy enamorado, comenzó a perseguir a Dafne, mientras ella, corría desesperada para evitarlo. Viéndose acorralada, la ninfa le pidió ayuda el Dios del río Pereo y este la convirtió en un árbol de laurel. (Está escena es la que representa la escultura)
Finalmente, Apolo logra alcanzarla, pero demasiado tarde, Dafne se estaba convirtiendo en árbol. De sus dedos salían ramas y de sus pies raíces. De igual modo, el Dios con peor suerte en el amor en todo el Olimpo, abrazó aquel árbol de laurel prometiendo que sería su emblema. Y dijo: “Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria”. Y ahí nació la corona de Laureles.


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