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martes, 26 de julio de 2016

Píramo y Tisbe (El Romeo y Julieta de la mitología griega)



Píramo y Tisbe eran dos jóvenes vecinos que no se conocían. Sus casas eran linderas y estaban separabas por una medianera. Una tarde, Tisbe caminaba tranquila por su casa cuando escuchó la dulce voz de un joven caballero. Siguió el sonido de esas palabras y llegó a la medianera del patio, o más puntalmente, a una grieta que se había formado en la misma. Era Píramo, su vecino.
A partir de ese día, Píramo y Tisbe hablaban todas las noches hasta enamorarse.
Ambos piden permiso a sus padres para verse personalmente por primera vez, y no los dejan; sus familias eran enemigas por tradición.
A pesar del impedimento paternal, los jóvenes enamorados deciden verse de todas maneras. Quedaron en encontrarse en un árbol característico de la zona.
La primera en llegar fue Tisbe, y mientras esperaba, se aproximó una leona que venía de cazar. La joven se escondió rápidamente en una cueva, dejando caer su lienzo en la desesperación. La leona jugó con la tela manchándola de la sangre de sus presas apresadas anteriormente.
Luego de retirarse la leona, Píramo llegó al punto de encuentro donde fue recibido por la tela de su amada manchada de sangre. El joven creyó que su amada fue devorada por una leona. Sacó su espada y se quitó la vida.
Tisbe corrió desde la cueva, pero llegó tarde, su hombre se había suicidado por su amor. Sin dudarlo, y bañada de lágrimas, Tisbe recogió la espada todavía caliente de la sangre se su vecino enamorado, y se la clavó dejándose caer sobre la misma.

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