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lunes, 10 de mayo de 2021

"El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad

 




La revolución Industrial del Siglo XVIII proveyó al mundo de nueva tecnología para la producción y distribución de mercaderías. En búsqueda de materia prima y nuevas líneas de comercio, los países beneficiados por esta revolución, comenzaron a expandirse por África mediante la fuerza. Fue la famosa época del colonialismo europeo del Siglo XIX que llevó al mundo a la primera guerra mundial.

Pero antes, en 1884, se celebró en Berlín una conferencia entre las potencias europeas que tenían posiciones en el continente Africano para organizar las cosas y así evitar futuros conflictos. Las mismas fueron: Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Portugal, Italia y el Imperio otomano (Turquía). En esa conferencia se repartieron el continente en favor del comercio y dejando de lado antiguas asperezas.

En 1890, Joseph Conrad (Autor de «El corazón de las tinieblas»), trabajó en uno de estos barcos mercantes europeas que llegaban al África para adentrarse en el rio Congo y comerciar con marfil.

En esos viajes, Joseph, se dio cuenta que el imperialismo no era una acción civilizadora como lo vendía la prensa europea. Los países del viejo continente no iban a “rescatar” del salvajismo a las culturas africanas ni a comerciar dignamente con ellos.

La acción de esos países fue el saqueo sistemático de materia prima utilizando la mano de obra de los habitantes como esclavos. Además, del robo de tierras, matanzas, violaciones y todo tipo de aberraciones fundamentadas en el racismo.

Esta dicotomía en el concepto de colonización, decepcionó a Joseph en lo más profundo de su ser. Y es lo que lo motivó a escribir «El corazón de las tinieblas», que además de ser una crítica directa al imperialismo (en una época donde estaba bien visto) también es un llamado de atención sobre la condición del ser humano en general.

Los europeos asumieron la colonización casi como un acto de caridad de un pueblo “superior” sobre uno “inferior”. Ellos consideraban al africano como un “salvaje” sin educación, sin leyes, sin estructura social, política y económica. Como un ser humano en su estado más primitivo, más cercano a un animal que a una persona. Un ser que vive según los instintos y pulsiones más básicas de toda persona. Y ellos iban a “ayudarlos” a ingresar en el mundo moderno.

Esta fue la forma de ver al colonialismo en la Europa de la “Belle Époque”. Y esta es la propaganda que se distribuyó a los países que no tienen intenciones en el continente africano. De esta manera, el mundo vio con buenos ojos la entrada de barcos ingleses, franceses, belgas a ríos africanos sin consentimiento alguno.

Sin embargo, Conrad notó, que al llegar al África, algo les pasaba a los “civilizados”. Su discurso caritativo desapareció por completo cuando al acercarse a la costa lo hicieron con un bombardeo constante desde los barcos (sin ningún motivo), cuando matar estaba prohibido por ley en su país. Y a medida que pasaban los días y avanzaban en el interior de la jungla, el comportamiento empeoraba, y cada vez más, leyes europeas se rompían en la selva.

Es como si, al alejarse de la ciudad, también se alejaban de su condición de “civilizado”. Y esto lo vivieran con cierto placer, con cierta sensación de libertad. Inconscientemente es una liberación de las normas, leyes y reglas del comportamiento civilizado en el cual fueron educados desde pequeños. Las normas reprimen los instintos y pulsiones más básicas del ser humano en pos de la convivencia de las ciudades abarrotadas de personas.

Y de repente, estos hombres se encontraron en tierras sin leyes, sin normas. Donde la única ley era la ley de la selva. Y esto generó una gran tentación para el inconsciente del hombre reprimido europeo. Tenían la oportunidad de cambiar todo lo malo de su sistema. No necesitaban dinero (que tanto les costaba conseguir) para conseguir comida o tierras. Fácilmente lo conseguían utilizando sus armas. No tenían jefes (que tanto los maltratan) podían hacerse de su propio sequito de autóctonos utilizando la fuerza y el miedo. Podían vivir como reyes de la selva si lo deseaban. El colono que representó esa idea era Kurtz.

(En la película “Apocalipsis Now”, Coppola utilizó esta dicotomía para explicar la perdida de la guerra en Vietnam. Lejos de su ciudad, lejos de las leyes, lejos de las normas, lejos de su formación reprimida, lejos de forma de vida, el soldado americano comenzó a entrar en este conflicto de identidad donde perdió las referencias culturales de su país natal. La jungla lo hizo conectarse con su lado más oscuro, primitivo y a resetearlo culturalmente. Muchos comenzaron a drogarse, a volverse locos. Otros, a darse cuenta que la forma de vivir a la cual estaba acostumbrado, era sólo una forma y que ellos no son nadie para forzar a cambiar la de otros. No sabían contra qué estaban peleando. Esta sensación se vio reflejado en los medios de comunicación y generó el fin del apoyo civil a la guerra.)

Claro está, que Francia, Inglaterra o Bélgica, sabían de estos trastornos que podrían sufrir sus colonos. De hecho, es el mayor peligro para sus empresas. Por eso, intentaron instalar colonias donde la “civilización” europea no se pierda y sea constante cómo si esa tierra fuera parte de Londres. Llevaban su arquitectura, su música, sus comidas, sus bebidas, su dinero y demás rasgos culturales para que el colono no se sintiera lejos de casa. Pero no siempre lo lograban. Por eso, al hablar de Kurtz, algunos colonos lo llaman “loco, asesino, demente” y otros “un genio”. Aquí se ve esa dicotomía que ellos tenían. Kurtz, era el ejemplo vivo de “dejarse llevar para el éxito personal”. Para algunos, algo muy malo, y para otros, lo ideal (pero que no se animaban a seguirlo).

En la novela, Charlie Marlow debe ir en busca de Kurtz para rescatarlo ya que estaba enfermo. Lo interesante, es que a medida que avanza por el río Congo, la concepción de Marlow sobre Kurst fue variando. Al principio, cuando llegó al África, para él, Kurst era un enfermo, salvaje y egoísta dictador pero a medida que pasaron los días, y se adentró en la selva, empezó a considerarlo un genio (una clara analogía a los efectos que generaba la distancia con la civilización en los colonos).

Finalmente, Charlie Marlow, llegó al reino de Kurst, lo subió al barco, y en el camino de regreso, murió. Pero antes de morir, sus últimas palabras fueron “el horror, el horror”. Estas palabras reflejaron el resultado de su elección. De elegir las acciones más oscuras del instinto del ser humano, sólo para el beneficio personal. Una analogía al modo de accionar que tuvo Europa sobre África.

Claramente, hay una crítica al colonialismo, pero también una analogía a lo frágil que puede ser el ser humano. Vivimos en una constante lucha entre ser un “civilizado” prisionero de las normas sociales o un “salvaje” libre de normas sociales.

Al final de “Apocalipsis Now”, el capitán Willard, a diferencia de Charlie Marlow en la novela, mata al “Dios Kurtz”. Esta es una adaptación de guion de Coppola. Luego del asesinato, el sequito de “salvajes” le hacen una reverencia como entregándose a su poder. En un segundo, Willard debe decidir, si aceptar este ofrecimiento de los indígenas y ser alabado el resto de su vida como un Dios o volver a la civilización a continuar con su vida. Este momento en la película es clave. Es el verdadero final. Finalmente, decidió volver a la lancha que lo llevará a la “civilización” en todos los sentidos posibles. Quizás, le tuvo miedo al cambio o quizás fue su verdadera elección. Lo importe es que el decidió. Uno decide qué ser humano quiere ser en cada decisión.

Los europeos decidieron ser “civilizados” a la hora de venderle al mundo sus campañas por África, pero decidieron ser “salvajes” a la hora de llevarlo a cabo.

No hay un ser humano civilizado y uno salvaje. Ambos conviven en el ser humano. Y esta convivencia se ve reflejada en la cantidad de opciones que tenemos a la hora de tomar cada decisión en nuestras vidas.

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