Alfred Hitchcock nos regala su
primer película a color y producida totalmente
por él. El film está basado en una adaptación de la obra de teatro
“Rope's end" de Patrick Hamilton, y lo interesante, es que Alfred no se
aleja del formato de teatro.Dos jóvenes realizan un asesinato
sólo por el placer de demostrar que el crimen perfecto puede existir si se hace
con un nivel de inteligencia privilegiado. Luego del hecho deciden realizar una
fiesta, donde uno de los invitados, comienza a refutar el concepto del crimen
perfecto sobre la sospecha de ellos mismos.La película toda transcurre sobre
una sola escenografía. Desde que se inicia, y después de los créditos, la
cámara ingresa en el departamento de estos jóvenes en la ciudad de Nueva York,
y de allí, no se mueve. Esta es la principal característica que nos recuerda al
teatro vivo.Claramente en contraposición a
“La ventana indiscreta” sonde la cámara, y el espectador, se quedaba por fuera
de los departamentos. Aquí, ingresamos en el lugar del hecho. Somos
espectadores espías. Al mismo tiempo nos sentimos oprimidos, encerrados,
claustrofóbicos. Sólo cuando James Stewart abre la ventana y lanza tres
disparos para llamar la atención del exterior, una vez descubiertos los
asesinos, sentimos la brisa de aire fresco que tanto necesitábamos.Otro punto interesante es el
transcurso del tiempo. Hitchcock respeta el uso del tiempo real. Nada más
parecido a la realidad. Y este concepto se ve reforzado con la poca cantidad de
cortes. Prácticamente el film es un gran plano secuencia. Y como en esa época
los rollos duraban unos 8 minutos, vemos como en los planos cercanos a las
chaquetas, Alfred aprovecha, y realiza el cambio de cinta.El film desarrolla un drama
criminal y un thriller con elementos de horror. El espectador conoce desde el
inicio los hechos criminales y su autoría, mientras los ignoran los
protagonistas. A partir de esta situación se crea una atmósfera tensa e
inquietante de suspense, que gira en torno a una cuestión clara y bien
definida. Las actuación son excelentes a pesar de no ser tan conocidos los
actores.Humor negro típico, donde se
combinan peligrosas teorías sobre la supremacía intelectual innata de algunos
seres humanos sobre otros y lo macabro y morboso a modo de juego y excitación
de confrontar con lo comprometido. Al mismo tiempo Hitchcock nos
trae a tema el concepto de “superhombre” de Nietzsche.“Hay hombres inferiores y hombres superiores, el
superhombre pertenece a este segundo grupo; los débiles y malogrados deben
perecer: artículo primero de nuestro
amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer”¿Hay hombres superiores
intelectualmente que merecen vivir más ante los débiles? ¿Es parte de una
depuración de hombres el crimen perfecto? Estos temas los tocan los
protagonistas cuando hablan del crimen como un arte privilegiado de algunos
hombres capases de realizarlos.“La
soga” de Alfred Hitchcock es una gran film donde se ve una mezcla
perfecta entre el teatro vivo y el cine color. El plano secuencia dejará su
firma, junto a los grandes diálogos y tomas largos, y el concepto de
“superhombre” de Nietzsche no podrá dejarse de lado en el debate final. Pero lo
que más nos dejará a flor de piel, es la tención que genera el saber realmente
que está pasando mientras los protagonistas no tienen ni idea. La complicidad
con el espectador es la búsqueda constante. Esa manera de obligarlo a hacerse
cargo del conocimiento. ¿Quién dijo que la ignorancia no causaba placer? Esa
será la firma de Alfred que quedará en la historia del thriller cinematográfico.
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