jueves, 18 de mayo de 2023

Whitelocke no sólo perdió Buenos Aires, también su trabajo.

Caricatura de Whitelocke que se publicó en Londres donde unos niños tambores le desgarran el traje y el demonio le ofrece un arma para que se suicide.  


Al atardecer del 5 de julio de 1807, los ingleses se rendían en Plaza de mayo ante Liniers. La defensa, liderada por Álzaga, fue un éxito. Al general inglés, John Whitelocke, no le quedó otra que rendirse.

Para nosotros, acá termina el capítulo de las invasiones inglesas en nuestra historia. ¿Pero qué pasó en Inglaterra luego de su derrota?

Al volver a su hogar, los responsables de no tomar Buenos Aires, tuvieron que dar explicaciones ante un consejo de guerra a partir del 21 de enero de 1808.

El fiscal del mismo, fue Richard Ryder, quien declaró: “La expedición al mando de Whitelocke fracasó completamente…lo que ha desvanecido todas las esperanzas que se abrigaban de abrir nuevos mercados a nuestras manufacturas.”

Estas palabras, al inicio del juicio, dejan bien en claro el propósito de las invasiones inglesas en el río de la plata: Robarle a España sus colonias y anexarlas a sus rutas comerciales incipientes.

A lo que Whitelocke respondió: “Esperaba encontrar una gran porción de habitantes preparados a secundar nuestras miras. Pero resultó ser un país completamente hostil.”

En la respuesta del General, se ve reflejada la expectativa inglesa. Para ellos, los vecinos de Buenos Aires los iban a apoyar porque era mejor ser parte del exitoso imperio ingles que del decadente imperio español. De hecho, la orden era no disparar a los vecinos, sólo a los soldados españoles.

Los ingleses ya comerciaban ilegalmente (contrabando) con los vecinos de Buenos Aires hacía varios años tras el abandono total por parte de España. Por lo tanto, pensaron que iban a recibir el apoyo necesario de sus vecinos contra las autoridades españolas gobernantes.

Lo confirma esta declaración de Whitelocke en el juicio: “…Había considerado estéril entrar a fuego en la ciudad y había preferido una confrontación directa con los soldados españoles.”

Pero estos vecinos, los que tenían vínculo con ellos, eran pocos: la elite.

La elite de Buenos Aires compartía muchos ideales, en lo comercial y en lo político, con los ingleses. El modelo ingles era el ejemplar, pero eso no significaba que estarían dispuestos a ser una colonia de ellos. La elite de Buenos Aires buscaba la independencia de España pero con el apoyo de Inglaterra y no con el anexo.

Finalmente, los vecinos de Buenos Aires atacaron ferozmente a las tropas británicas (que no se defendieron en un comienzo) antes de llegar a la plaza para enfrentarse a los españoles. Durante esta primera etapa en la entrada a la ciudad, Whitelocke perdió más de la mitad de sus hombres entre bajas y prisioneros.

Ante la sorpresa de rechazo por parte de los vecinos, la desmedida distribución de sus tropas, la mala comunicación y la cantidad de bajas, decidió rendirse. El plan original no se estaba llevando a cabo, los habitantes de Buenos Aires no mostraban interés en ser parte del imperio Ingles.

Y reconoció: “Pude haber errado en adoptar un plan que ha dado malos resultados. Por confiar en él, pude haber dejado de tomar toda la precaución necesaria, y que habría tomado de prever la resistencia que se nos opuso.”

En el juicio se lo culpó de:

-Haber exasperado los ánimos de la población porteña al exigir la entrega de empleados civiles en calidad de guerra.
-Haber mandado dividir las fuerzas y hacerlas entrar en la ciudad con las armas sin cargar.
-No haber socorrido a las divisiones que se hallaban acorraladas en Buenos Aires.
-Haber capitulado de manera de perder las posiciones conquistadas en la ciudad y aún la plaza de Montevideo, «que se hallaba suficientemente guarnecida y provista contra un ataque».

El 18 de marzo de 1808 fue la sentencia:

El tribunal lo declaró culpable de todos los cargos mencionados, con excepción del segundo en la parte que se refiere a la orden de llevar armas sin cargar.
Lo que más les molestó a los ingleses, no fue que se haya rendido en Buenos Aires, sino que haya entregado Montevideo.
Finalmente, el Gobierno inglés lo dio de baja y lo declaró “Inepto e indigno de servir a S.M. en ninguna clase militar”.

Vivió en el retiro hasta su muerte el 23 de octubre de 1833.




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