Al iniciarse la primera presidencia de Roca (1880-1886), la Argentina se encontraba en un momento bisagra en su historia. Luego de interminables años de guerra civil, y gracias a la federalización de la ciudad de Buenos Aires (1880), la paz había llegado. Los gobiernos tienen la tranquilidad suficiente para abocarse a la administración y organización de este nuevo país que estaba terminando de nacer desde la revolución de 1810.
De apoco, la administración Roquista, va a ir tomando control de las tierras (conquista del desierto y de Chaco); tomando control de la administración política (creación de ministerios) y tomando control de la vida civil (leyes civiles). Entre estas leyes nuevas, hay un conjunto de leyes bautizadas “leyes laicas”. Entre ellas se encuentra la ley 1420 de educación de 1884.
Las “leyes laicas” llevan este peculiar nombre porque su objetivo era quitarle control a la iglesia en asuntos públicos. Por ejemplo: Se crea la ley de matrimonio civil (Antes, el casamiento podía ser solo por iglesia) Se crea el registro de personas (Antes, el registro lo llevaba la iglesia con los bautismos) Se crean los cementerios públicos (Antes, los cementerios y las defunciones eran cuestión religiosa) Y se crea la ley de educación (Antes, la educación estaba en manos de la Iglesia). Estas leyes “laicas” van a ocasionar grandes discusiones hasta el punto que el vaticano rompe relaciones con la Argentina.
Pero la ley que más debate va a generar, es la 1420. Quien controlara la educación de las masas tendría más poder que el sólo enseñar a escribir y leer a niños. La educación será la manera más efectiva de adoctrinamiento político.
La ley de educación 1420 marca un antes y un después en la historia argentina. No sólo en el ámbito académico, sino también, en lo social, económico y político. Por primera vez, el estado argentino asume el 100% en el rol de educar a las masas según su criterio y necesidad. Y esta acción será el inicio de la construcción del gen argentino moderno.