La federalización de la ciudad de Buenos Aires, es quizás, el hecho más importante de la historia argentina del SXIX.
La provincia de Buenos Aires, gracias a su ciudad, su puerto, su aduana y su dinero, lograba tener mayor poder ante las demás provincias. Esto pasaba desde la época de los españoles. No había igualdad a la hora de tomar las decisiones del destino del país. Buenos Aires, siempre se tomó, merecidamente o no, la atribución de decir por todas. Esta diferencia generó la famosa rivalidad entre unitarios y federales.
Fueron 70 años de asimetría y guerras entre provincias. Aquella ley, le quitaría la ciudad puerto a la provincia de Buenos Aires y pasaría a depender del Estado Nacional y directamente del Poder Ejecutivo. Por primera vez, el Gobierno Nacional no sería más huésped de la provincia Buenos Aires, ahora estaría en su propia jurisdicción.
El Estado Nacional existía hace 18 años, pero Buenos Aires seguía “gobernando” por poseer la Ciudad de Buenos Aires. Argentina aprendió, que el ente que gobernará debería poseer de ella. Por eso, de alguna manera, el verdadero Estado Nacional comienza en 1880 con la presidencia de Roca y la federalización de la ciudad de Buenos Aires.
Cuando la presidencia de Avellaneda llegaba a su fin, se pronosticaban los candidatos a próximo presidente. Por un lado, el actual gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor que pretendía que la ciudad siga siendo de la Provincia. Y por otro lado, el actual ministro de Guerra, Julio Roca, que pretendía quitarle la ciudad a la provincia.
El 11 de abril de 1880, las elecciones dieron como ganador a Roca.
Rápidamente creció el rechazo por parte de Buenos Aires, llegando a la instancia de que se baleé la casa de Avellaneda.
El 29 de mayo, se dispuso la intervención de la provincia de Buenos Aires a raíz de la violencia.
El 1 de junio, ingresa por el Riachuelo, un barco con 5.000 fusiles Schneider y 500.000 cartuchos comprados por el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor.
El 4 de junio, el presidente ordenó desalojar la ciudad rebelde de Buenos Aires y mudar la capital al pueblo de Belgrano, donde la municipalidad, se transformó en la nueva sede de gobierno (Actual Museo Sarmiento). Avellaneda se alojó primero en el hotel Watson y más tarde
fue huésped de la familia Astigueta, que ocupaba una casona en la esquina de
Echeverría y Vuelta de Obligado.
El 9 de junio, Carlos Tejedor, al ver la “huida” del presidente, se instaló en la Casa de Gobierno.
Entre el 17 y el 30 de junio, se llevan a cabo las batallas entre el estado y la provincia de Buenos Aires. Nuevamente, Roca fue el encargado de organizar las fuerzas del estado y, nuevamente, vence. Finalmente, Tejedor se rinde.
El 24 de agosto el presidente Avellaneda envió el proyecto de ley para federalizar la ciudad de Buenos Aires haciendo real su deseo.
El 21 de septiembre de 1880, todavía en Belgrano, fue aprobada por el Congreso la Ley 1029 que federalizó la ciudad de Buenos Aires y otra prohibió a las provincias formar cuerpos militares.
“La ley que acabáis de sancionar fijando la capital definitiva de la República, es el punto de partida de una nueva era en que el gobierno podrá ejercer su acción con entera libertad.” (Roca, 1880)
Luego, el 6 de diciembre, la ley fue promulgada por Julio Argentino Roca, ya como presidente.
“Ella (La ciudad de Buenos Aires) responde a la suprema aspiración del pueblo, porque significa la consolidación de la unión, y el imperio de la paz por largos años. Su realización era ya una necesidad inevitable y vuestro mejor título a la consideración de la República será el haber interpretado tan fielmente sus votos. En adelante, libres ya de estas preocupaciones y de conmociones internas, que a cada momento ponían en peligro todo, hasta la integridad de la República, podrá el gobierno consagrarse a la tarea de la administración y a las labores fecundas de la paz; y cerrado de una vez para siempre el período revolucionario, que ha detenido constantemente nuestra marcha regular, en breve cosecharemos los frutos de vuestro acierto y entereza.” (ROCA 1880)
Desde 1880, la riqueza de la aduana y el poder de Buenos Aires, comenzó a ser administrado por el gobierno nacional de turno elegido con el voto. Nace la Capital Federal.