Seguramente muchos, si pudieran pedir algún deseo para cambiar sus vidas, pedirían dinero, poder, fama, reconocimiento y demás placeres banales. Claramente, esto es muy difícil de hacerse realidad, pero hubo un hombre que tuvo la suerte de tener todo eso sin hacer un sólo esfuerzo.
El ciudadano Kane era la envidia de cualquier hombre común. Tenía una casa invaluable, un monopolio mediático, fama y millones de dólares. Sin embargo, no lograba ser feliz.
Algo le faltaba al hombre de los bolsillos llenos, algo que no se compra con lo que los llena por adentro. A Kane le faltaba lo más básico y lo más preciado que posee cualquier hombre: La libertad de poder decidir sobre su vida.
Al ciudadano le armaron su vida sin tener en cuenta su opinión. Creyeron que dándole todo lo que el hombre común sueña tener, crearían (a lo frankestein) al ser más feliz del mundo. Sin embargo, para darle todo, le quitaron la única condición para poder disfrutar de todo eso: Su libertad.
“Rosebud” no es sólo su trineo. Con aquel transporte de nieve, Foster Keane, intentó defenderse del representante del banco que iba a ser de su tutor y alejarlo de sus padres. Aquel trineo, no sólo representa su infancia perdida, representa su poder de decisión que le fue violada, su libertad de elegir qué vida tener.
Foster, para reivindicar esta crisis interna, decide ayudar a su segunda mujer a tener la vida que ella quiere, que ella decidió tener. Quiere ayudarla a tener lo que él no tuvo. Sin embargo, termina cometiendo el mismo error que sus padres y el banco. La presiona tanto a ser cantante, que ella termina por intentar suicidarse. Ahora era él, quien decidía sobre la vida de otro. Esto fue un momento clave en el guión. Cierra el ciclo de su crisis.
Claramente, el argumento en sí, es una obra de arte de Orson Welles. Pero no sólo fue responsable de un excelente guión. Welles también la dirigió, generando un antes y un después en varias técnicas de filmación. Cantidad de planos que son revolucionarios; tomas, en donde el personaje que habla, no goza de protagonismo ni de luz; planos en contrapicado desde el mismo suelo; profundidad de campo y planos secuencia de travelling´s que logran entrar por la ventana y descansar en el primer plano de un personaje dentro de un bar. Y cómo si fuera poco, Orson también la protagoniza.
Un detalle muy interesante, que prácticamente para muchos es la firma del film, es el constante Flashback que propone Welles. La película comienza por el final, esto era algo poco común en épocas donde el cine era algo lineal, y mediantes flashbacks, van reconstruyendo la vida del magnate desde su infancia.
El ciudadano Kane es para muchos la mejor película de la historia del cine. Su argumento, sus planos, sus actuaciones, sus montajes, sus efectos, sus travelling´s, sus flashbacks. Todo esto, teniendo en cuenta el año 1940 y a un creador de tan solo 25 años, la hace perfectamente una merecida competidora de tal reconocimiento. Pero más allá de si es la mejor o no, El ciudadano Kane quedará en la memoria de cada uno de nosotros como lo que realmente es, una excelente película.
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