El ladrón de bicicletas, como buen exponente del neorrealismo
italiano, se desarrolla en un guión que muestra la vida tal cual es, con la
pobreza, el trabajo, el hambre, el día a día de cualquier trabajador y su
familia.El protagonista (Lamberto Maggiorani) es un humilde desempleado que tiene
la dicha de conseguir un trabajo en una
Roma destruida por la segunda guerra mundial. Pero hay un detalle, el trabajo
requiere de una bicicleta. Después de conseguirla con el sacrificio de su
esposa (Lionella
Corelli), tiene el
infortunio de que se la roban en el primer día de trabajo. Luego será una
búsqueda de la misma y de su ladrón junto a su pequeño hijo (Enzo
Staiola), ya que no
tienen la posibilidad de comprar otra.Al buscar aquella bicicleta, buscan alcanzar algo más de lo
que un simple rodado puede ofrecer. La bicicleta es trabajo, es dignidad, es
comida, es un futuro mejor, es esperanza. Es increíble como cambia el humor de
la familia en torno a la bicicleta. Cuando la poseen, él se levanta ansioso,
sonriente, feliz, con orgullo y es una excelente figura para su hijo. Todo a la
vista de aquella esposa y madre vestida de tranquilidad y de saber que su
esposo volvió a trabajar. Ya no necesitan de la religión o la vidente para
cambian su destino, el trabajo lo podía todo. Pero cuando pierden la bicicleta,
él pierde la sonrisa de su rostro que se transforma en desesperación y vuelve a
recurrir a la vidente. Su preocupación por cómo mantener a su familia hace que
se olvide de ellos. Esto lo demuestra en las escenas donde cree que su hijo se
ahoga en el río, cuando casi lo pisa un auto o cuando le pega. La desesperación
llega a tal punto que no solo se olvida de su familia, sino que se olvida de él
mismo. Cuando finalmente decide robar
una bicicleta, se termina transformando él en el ladrón que tanto buscaba.El guión se inicia con el protagonista saliendo de una masa
de trabajadores y termina con el mismo entrando en otra. Un ciclo perfecto
dentro del guión. Como contar una historia simple, de las millones de historias
simples que se dan día a día en la realidad romana y que nadie llega a
conocerlas.La película fue filmada por Vittorio de Sica en la Roma de la post guerra durante
el año 1948. Lo interesante, era que la pobreza no era solo parte del guión, sino
parte de la realidad romana. No es casualidad, que casi por completo, la
película se haya filmado en exteriores. No había estudios, ni luces, ni efectos
especiales para filmar nada. También los actores no eran conocidos, ni siquiera
los protagonistas. Lo que le terminó dando una cuota más realista a la
película.
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