martes, 26 de julio de 2016

“Hilas y las ninfas” de John William Waterhouse (1896)



Luego de matar a Tiodamante, rey de los Dríopes, Hércules se enamoró de su hijo huérfano, Hilas, a causa de su gran belleza. El mismo terminó acompañando a Hércules, y a los argonautas, en sus viajes sobre la nave Argos. 
Durante la expedición, realizaron una parada sobre Misia, en busca de madera para reparar unos remos rotos. Hércules bajó a tierra y comenzó a derribar árboles, mientras destinaba trabajos a los demás navegantes. A Hilas le tocó buscar agua dulce de alguna laguna. 
Al llegar a la más cercana, Hilas fue recibido por las ninfas de agua dulce (Náyades). Las mismas, le dieron la bienvenida, y viendo lo tan hermoso que era, decidieron no dejarlo irse nunca más.
Hércules, viendo que no regresaba Hilas, comenzó a buscarlo gritando su nombre una y otra vez, pero siempre en vano. Hilas se había ido a vivir con las ninfas a sus cuevas en el fondo del agua dulce.

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