martes, 26 de julio de 2016

La primera invasión Inglesa sobre Buenos Aires (1806)


25 de junio

A las siete de la mañana del 25 de junio de 1806, el estruendo de los cañones del fuerte dio la señal de alarma a la población de Buenos Aires y se izó la bandera española en el fuerte. Los ingleses estaban en sus tierras.Pero al contrario de lo que pensaba Sobremonte, las tropas inglesas no iban a desembarcar en la ciudad. Los británicos sabían que no era el lugar más apto geográficamente por sus bajas aguas. Vecinos de Buenos Aires eran fieles informantes de la corona, como Guillermo White, socio comercial de Phopam.Finalmente los buques ingles se desplegaron al sur para buscar un lugar apto para el desembarco. Se aproximaron a las costas de Ensenada pero una batería de cañones (comandadas por el futuro héroe de la reconquista, Liniers) los obligó a buscar otro lugar y las costas de Quilmes les dieron el lugar perfecto para su desembarco.El Encounter, el más pequeño de los barcos ingleses, respalda el desembarco de los 1600 hombres que no encuentran ninguna resistencia. La infantería es la primera en tocar suelo español y espera la llegada de las provisiones, armas y logística. Era un día gris, frío y con llovizna.Ya en tierra el más alto cargo ingles pasaba a manos de Bereford, que no tardó en dar las primeras órdenes. Colocó a la infantería a la izquierda y el resto, a la derecha.Era el mediodía y los ingleses terminaban de desembarcar sin un disparo.En Buenos Aires las salvas de alarma llamaron a los vecinos a las puertas del fuerte donde cantaban arengas a favor del rey y de España. Sobremonte los motivó y los tranquilizo con palabras de victoria final. Dio la orden de entregar armas a las milicias urbanas auque dentro de un gran desornen. Las tropas no estaban entrenadas, escaseaban armas y balas que muchas eran de diferente calibre a las armas dadas.Sobremonte en ese momento mandó a llamar al fuerte del ejército español a Montevideo, a cargo de Liniers. Esta tardanza en pedir la ayuda adecuada, le costará la perdida de la ciudad en tan pocos días.Mientras tanto se le encomendó al batallón de urbanos comerciantes vigilar las calles de la ciudad. También se dispuso a vaciar las cárceles y armar a los presos, auque muchos aprovecharon y escaparan a la Pampa abierta.A las 15.00 horas Sobremonte le dio la orden al brigadier Pedro de Arce, que marchara a Quilmes con el regimiento de blandengues a caballo y voluntarios. Los blandengues llegaban al número de 100 y  los voluntarios a 400. Además de un obús y 2 cañones.Arce llegó a Quilmes cercana la noche y vio el campamento ingles a 300 metros de la costa. Arce, sobre la barranca, confecciona a sus hombres de la siguiente manera: Los milicianos y gauchos al frente, los blandengues a caballo por detrás, los cañones a la izquierda y el obús a la derecha.La idea era que cuando los ingleses intenten subir la barranca, serían atacados por la infantería y los cañones; luego la caballería daría el golpe final. Mientras tanto Arce manda la noticia a Sobremonte que llega a las 21.00hs. a Buenos Aires. Al tener la certeza del desembarco ingles y su número de hombres, el virrey le encarga a Gianini proteger la línea del Riachuelo.Gianini poseía un pequeño numero de tropas, la mayoría gauchos y jóvenes (que muchos no poseían el permiso de sus padres) ambos sin experiencia militar. Se apostaron sobre la barranca entre la actual plaza Lezama y constitución. Así terminó el día 25 de junio, los ingleses descansaron en su campamento esperando el nuevo día para avanzar hacia la ciudad. Todo bajo los ojos de Arce y sus hombres que esperaban su avance. 

26 de junio 

La espera no se hace desear al otro día. A las 11.00hs. los ingleses empezaron a avanzar hacia la barranca al sonido de sus gaitas. La 71 iba delante con el batallón de infantería de Marina. Por detrás los hombres de la infantería de Santa Helena al mando del Teniente Lane. Por los flancos, el cuerpo de conductores de artillería, con los carros de provisión y la artillería real con sus cuatro cañones.La situación inglesa no era de las mejores. Se encontraban en una zona pantanosa, con mucho barro porque llovía y juncos. En sus espaldas el mar y en su frente la barranca custodiada por Arce.Beresford coordina el avance mientras la infantería se enterraba hasta sus rodillas en el barro y los cañones difícilmente podían avanzar. Una situación que Arce no pudo aprovechar. "La luz del día nos mostró el pueblito de la Reducción como a dos millas a nuestra izquierda, una masa a pie y a caballo, con cuatro cañones en cada flanco delante de nosotros, y una densa columna de caballería rondando sobre nuestra derecha. Se formaron en el límite extremo de un profundo pero verdeante bañado y sobre un llano escogido, que se levantaba abruptamente muchas yardas sobre nuestro nivel, semejante a la escarpada margen de un río. Nada podía ser más lindo como posición defensiva" recuerda el capitán Alexander Gillespie .
 Cuando los ingleses se encontraron  a 500 metros de la barranca, los españoles lanzaron la primera ronda de cañonazos y fogonazos. Poco daño le hizo al ejército rojo, solo algunas bajas entre las cuales estaba el cirujano ayudante el doctor Haliday, una muerte que los ingleses la catalogaron como “bárbara”. La mayoría de las balas y fulminantes cayeron en la arena. La inexperiencia litar se hizo notar en su puntería.Estos cañonazos son los que se escuchan en Buenos Aires y donde Sobremonte aprovecha y exclama:  "No hay cuidado, ¡los ingleses saldrán bien escarmentados! Estoy complacido y mi corazón reboza de contento al ver la decisión y el entusiasmo con que todo el vecindario ha corrido a tomar las armas en defensa del Rey de la Patria".

Después de la ráfaga española, era el turno de los cañones ingleses.Más allá de su gran orden a la hora de la batalla, de sus armas y de la experiencia de sus hombres, que para esta altura ya había librado mas de cien batallas, los ingleses tenían un as bajo la manga: Una munición moderna llamada Shrapnel (en honor a su inventor) o granada de metralla.El Shrapnel era una munición de artillería anti-personal muy avanzada para aquella época. Al ser disparada del cañón, la cabeza del proyectil se abría dejando libres cientos de bolas de plomo que se dispersaban abarcando una mayor área de ataque anti-personal.Los ingleses disparan, las bajas españoles se hacen notar al instante y Arce manda a la caballería más atrás para protegerla. Luego reagrupa a los voluntarios y gauchos en el centro pero otra ráfaga inglesa los vuelve a sacudir. Arce no duda más tiempo y ordena una retirada, que terminó siendo una huída desesperada y caótica. “¡Yo mandé tocar retirada, no desordenada fuga!... ¡Qué dirán las mujeres de Buenos Aires!" exclamó Arce.
 Luego los escoceses de la 71 subieron la barranca, y a fogonazos y bayonetazos, combatieron los pocos focos que aun quedaba de resistencia. En pocos minutos la barranca de Quilmas fue de los ingleses.Sobremonte había enviado a los capitanes Terrada y Balletera con dos escuadrones de caballería. Pero nunca llegaron tarde y se chocaron con la tropa de Arce en huida. A las 16.00hs las primeras tropas vencidas llegan a Buenos Aires. La noticia de la pérdida de Quilmes fue mal recibida por Sobremonte que amenazó con fusilar a los desertores. Luego de una reunión urgente con sus oficiales decide defender el margen norte del Riachuelo como último recurso. "Todos concurran con la mayor celeridad con cuantos caballos y armas tengan y puedan recoger los oficiales sin distinción de personas se pongan en marcha para el puente de Galbez" ordena "para que las armas del Rey triunfen, y los fidelísimos habitantes tengan la gloria de haber vencido al enemigo de su santa Religión, de sus bienes, y familias, como este superior Gobierno lo espera puesta la confianza en el dios de los ejércitos, y en el amor de estos vasallos al mejor de los soberanos".Expresó Sobremonte. 3 mil hombres se agruparon para marcar a las Barracas y pelear contra el invasor.Sobremonte también fue a la zona de batalla y se ubicó en la Convalecencia para observar los movimientos ingleses. El improvisado cuartel general fue la quinta del sevillano Antonio Dorna.El Marquez nombró brigadier a Jose Ignacio de la Quintana. Este ubicó tropas y puso a un millar de urbanos en el edificio de Marcó, actual calle Bolívar y parque Lezama al mando de Alsina. Oficiales y soldados del “fijo” y voluntarios, ocuparon la ribera interna del puente con orden de quemarlo en cuanto se acerque el enemigo al mando de Azcuenaga. La Infantería estaba a cargo de Eustaquio Gianini, mientras que la artillería estaba al ando de Antonio Olondriz. Y un grupo de blandengues al mando de Olavarria. Finalmente Sobremonte decid quemar el puente a horas de la noche del 26 de junio. Luego de la victoria de Quilmas, Beresford y sus hombres descansaron y se recuperaron apenas 2 horas en el pueblo de la Reducción y empezarán su recorrido hacia el puente Gálvez. Al llegar lo encuentran quemado y deciden acampar para atacar al día siguiente.Durante toda la noche fueron hostigados por los cañones de los defensores.

27 de junio  

A las 6.00hs el ejército ingles se prepara para el ataque. Beresford acercó las 11 piezas de artillera al riachuelo junto a la 71 y la infantería de Santa Helena. Por detrás, la caballería y el resto del ejercito. En el aire se respiraba todavía el humo del reciente puente quemado.Del otro lado, la segunda compañía de artilleros, tenía como objetivo defender el margen derecho con 4 cañones y 14 artilleros. Mas atrás la infantería española y criolla al mando de Quintana. Sobremonte observaba todo desde un lugar seguro en la retaguardia.Los primeros en iniciar el fuego fueron los españoles, pero nuevamente la puntería no era su fuerte. "El enemigo rompió un fuego muy mal dirigido de cañones gruesos, y de mosquetería; aquéllos cesaron luego que se rompió nuestro fuego, y ésta prosiguió por más de media hora, pero aunque tan inmediato a nosotros apenas nos hicieron daño, tal mal dirigido era" crítica Beresford.
 Sin embargo un marino ingles murió, 11 soldados fueron heridos y Denis Pack perdió a su caballo. Pero la respuesta ingleses se haría notar con un cañoneo incesante de más de media hora. El ataque ingles, nuevamente fue suficiente para la resistencia de la ciudad de Buenos Aires.Luego de unos pocos minutos de silencio, marinos ingleses aprovecharon el shock causado, y se lanzaron a nado al riachuelo a buscar naves del otro lado de la orilla. Rápidamente armaron un puente improvisado.Al percatarse de la situación, Quintana ordena la retirada. Nuevamente una retirada caótica se llevó a cabo, ya algo característico de la defensa española en el Virreinato del Río de la Plata. Pero no todos acotaron sus órdenes. Alsina y sus 400 voluntarios resistieron más tiempo junto a Olondriz y sus artilleros. Finalmente las suplicas de Gianini los convenció de sumarse a la retirada.  Es interesante rescatar una anécdota citada por Paul Groussac, para notar el respeto que el virrey tenía en la población. Un voluntario llevó, conduciendo sus bueyes entre pantanos, dos cañones desde el Retiro al Puente de Gálvez; cuando llegó, el virrey ordenó regresarlos porque "no hacían falta". "Ya me dio rabia también" confiesa el paisano y le arroja a Sobremonte, en presencia de su Estado Mayor, un "Pues, señor, si ya no se necesitan cuando está el enemigo al frente, será porque estamos perdidos o porque S.E. nos habrá vendido a todos". Sobremonte cayó al suelo y, tras levantarlo tres de sus oficiales, grita: "¡Tírenle, mátenlo!"; el criollo replica: "Que lo hagan: prefiero morir en este sitio a que me maten los enemigos sin hacer resistencia". Un oficial, poniéndole la espada sobre el sombrero, sin darle el golpe, le dice: "Cállese, paisanito, que esto ya no tiene remedio". Finalmente es detenido por orden del virrey. La resistencia en el puente estaba legando a su fin como la permanencia de Sobremenonte en Buenos Aires. El virrey y su estado mayor, custodiados por la caballería, escaparon por la calle de la torre (actual Rivadavia) y de allí hacia los pagos de Miserere. Almorzó en la quinta de Liniers (luego sería de White). Luego se reunió con su familia en su chacra de Monte Castro y marchó hacía Córdoba. La idea era trasladar la capital del virreinato a la ciudad de Córdoba y desde allí, organizar un ejército interino para la reconquista. La ultima acción del Marqués fue la de nombrar a Quintana como jefe militar de la ciudad y le dio la orden de defenderla, y en caso de no tener éxito, negociar una capitulación honrosa. A las 11.00hs la batalla del puente Gálvez había terminado. Los ingleses volvieron a demostrar su poder y elegancia a la hora de la guerra.El camino al fuerte de Buenos Aires estaba cada vez más libre, pero faltaban todavía algunas pequeñas resistencias. Al llegar los ingleses a las Barracas, Azcuenaga y sus hombres abrieron fuego y mantuvieron a los ingleses parados por una hora. Luego, al sur de la Barraca en Santo Domingo, Quintana y el resto de sus hombres, volvieron a sorprender a los ingleses. Ambas escaramuzas fueron una simple despedida en honor a la resistencia española. A las 14.00hs los británicos ya eran dueños del sur de la ciudad. Quintana ordena dirigirse todos los restantes al fuerte. "todos disgustados tomaron por la calle del Bajo (Defensa) dirigiéndose a la Real Fortaleza, confusos y llenos de vergüenza, sin osar levantar la vista y muchos llorando de pena, dejando de esta forma el paso franco a un enemigo débil" como recuerda José Fernández de Castro, testigo de esos
 La mayoría de las tropas inglesas se establecen en la zona de la Residencia (Defensa y Carlos Calvo) y a las 15.00hs Beresford manda un representante con la bandera de parlamente hacia el fuerte para empezar con la capitulación No se sabe con certera su nombre, pero se cree que fue un alférez llamado Gordon.Beresford exigió el retorno del tesoro a la ciudad para ser entregado junto a todos los barcos, ya sean de guerra o no y que todo lo que estaba en poder estatal español.El pedido llega a manos de Quintana en el fuerte, y luego de algunas horas, decide finalmente rendirse pero con algunas condiciones. Respetaría las propiedades privadas, religión, las leyes y cargos públicos. Finalmente Juan del pino (hijo del Virey del Pino) Gordon (el enviado de Beresford), White (el espía ingles) y Ulpiano Barreda (vecino que hablaba perfectamente el ingles) le entregan a Beresford la capitulación con las consignas porteñas. Beresford acepta y los ingleses entran en plaza mayor al sonido de la “quick march”.En menos de 3 días 40.000 personas se rinden a 1600. Los ingleses solo perdieron 2 hombres.El 28 de junio flameaba la bandera de gran bretaña en el fuerte de Buenos Aires. Un gobierno que duraría 46 días. 


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