En 1804, Napoleón Bonaparte era proclamado emperador y Europa se disputaba entre su influencia y la de Inglaterra. Para ganar en el terreno económico, obligó a todos los países del antiguo continente a no comerciar con el reino Unido. Todos atacaron la orden, menos uno. Había un país que no iba a dejar de lado su eterna alianza con la corona británica, y menos caer en los caprichos de un nuevo personaje. Ese país era Portugal.
Luego de varias amenazas, y no conseguir una respuesta, Napoleón decide invadir el país. En la estrategia para llegar a Lisboa, el ejército francés debería pasar por España. En un comienzo, iba a ser solo una ruta, pero ya estando dentro del país, decidieron también quedarse con él.
Era 1808, cuando Napoleón quita del trono a Carlos IV y Fernando VII (es en este momento cuando aprovechamos para exigir una junta que iba a terminar en la Revolución de mayo) y pone a su hermano Pepe “Botella” en el cargo.
En poco tiempo los españoles inician su propia guerra de la independencia ante las garras del imperio francés.
El cuadro de Goya, testigo de la época, refleja los fusilamientos que realizó el ejército de napoleón un tres de mayo de 1808 contra la resistencia madrileña.
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